El momento del cambio de hora —cuando los días se acortan y el anochecer llega más pronto— no solo altera el reloj, también el ritmo de trabajo. Según diversos estudios, esta transición puede afectar negativamente al descanso, la concentración y el rendimiento laboral.
En AESESA Centre de Negocis te damos estrategias para convertir este reto en una oportunidad y mantener tu productividad sin importar que oscurezca más temprano.
1. Ajusta tu rutina de mañana y tarde
- Aprovecha la luz natural al comienzo del día: adelanta un poco tu hora de inicio o sal a tomar aire antes de comenzar. Estudios muestran que la exposición a la luz matutina favorece la concentración y el rendimiento.
- Cuando la tarde se acorta, planifica tus tareas más creativas y de mayor energía durante las primeras horas del día, y deja lo más rutinario para después.
2. Transforma el atardecer temprano en un impulso
- Usa la llegada de la noche como señal de pausa: baja persianas, atenúa luz artificial y realiza unos minutos de desconexión (respiración profunda, estiramientos, una caminata breve).
- Crea un “ritual de cierre” de jornada que te dé una sensación de final: ordena tu espacio, anota lo pendiente del día siguiente y apaga notificaciones.
3. Ambiente interior que favorece el foco
- Asegúrate de que tu espacio de trabajo tenga iluminación adecuada, especialmente si la luz natural se reduce.
- Agrega elementos que aporten calidez y confort: una lámpara de luz cálida, una planta, una manta ligera. Un entorno acogedor mejora el ánimo y el foco.
4. Reorganiza tu calendario con realismo
- Agenda bloques de 90–120 min para tareas profundas, seguidos de pausas activas de 10 min.
- Prioriza: marca tres objetivos clave por día e infórmate de que se completen antes de “cerrar el día”.
- Evita saturarte: la fatiga aumenta cuando la luz baja y el cuerpo exige descanso.
5. Mantente con energía a lo largo del día
- Alimentación ligera pero nutritiva: hidratos de liberación lenta + proteínas para mantener el nivel de energía.
- Ejercicio breve (10-15 min) al atardecer o al final de la jornada ayuda al cuerpo a adaptarse al nuevo ritmo y evita quedarse en “modo sofá”. Horarios de sueño constantes: ajuste progresivo si te cuesta conciliar cuando oscurece más temprano.
En definitiva, el cambio de hora no tiene por qué ser un obstáculo para tu productividad. Con ajustes simples en tus rutinas, entorno y planificación, puedes convertir esta transición en una ventaja.
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